Casas Externas - Programa de cuido alternativo Aldeas Infantiles SOS, para niños, niñas, jóvenes y adolescentes en condición de vulnerabilidad
Palmares – agosto 12 2019

¿Qué son las casas externas y por qué la Aldea de Tres Ríos ya abrió la quinta?

Por: José Durán

Desde el pasado mes de enero, seis niños y adolescentes participantes de la Aldea Infantil SOS de Tres Ríos y un encargado de cuido, tomaron la decisión de mudarse a Palmares para abrir la tercera casa externa en esta comunidad. Esta es la quinta vivienda de este tipo que tiene la Aldea, pues cuenta con otras dos en Moravia.

Esta es una modalidad de cuidado alternativo para personas menores de edad que han perdido el cuidado parental y consiste en el traslado de un grupo de participantes de la Aldea a una casa que se encuentra inserta en la comunidad.

La selección de los que conformarán el espacio responde a una necesidad, un perfil específico y objetivos de trabajo orientados hacia la promoción de procesos de autosuficiencia y la adquisición de habilidades para la vida independiente.

Este modelo permite brindar a los jóvenes una atención más individual, promueve el desarrollo de la convivencia y la mejora de conductas, producto de dinámicas menos institucionalizadas.

Al igual que en la Aldea, cada vivienda cuenta con un facilitador responsable de garantizar el cumplimiento de los estándares de calidad organizacionales.

“Se había observado que las otras dos casas externas en Palmares habían alcanzado con éxito sus objetivos, principalmente en la parte académica, donde se logró que los participantes se involucraran en este proceso con seriedad y determinación. Para finales de 2018 todos concluyeron con satisfacción el año lectivo”, comentó Susan Barquero, facilitadora de casas externas de la Aldea Infantil SOS de Tres Ríos.

Para la colaboradora los niños y adolescentes que viven en este entorno han tenido una mayor participación social y comunitaria, y desarrollaron más habilidades en comparación con los que habitan en la Aldea.

Con base en estos resultados y gracias a un convenio que tiene la ONG con el Colegio Experimental Bilingüe de Palmares, el equipo técnico optó por dar la oportunidad a más participantes que querían mudarse a esta zona y deseaban aplicar el examen de admisión para este centro educativo.  Satisfactoriamente cuatro jóvenes, dos mujeres y dos hombres, lograron pasar la prueba para ingresar en 2019.

En la movilización también se tomaron en consideración los hermanos de algunos de los adolescentes y se decidió incluirlos en el proceso para evitar romper su vínculo fraterno, por lo que la casa inició en modalidad mixta, con un total de cuatro hombres y dos mujeres. Después de una reubicación, se consolidó como una casa solo de hombres, conformada por seis participantes.

“El ofrecimiento se me hizo por parte de la directora de ese momento y me pareció muy atractiva la posibilidad de vivir con ellos en un ambiente más libre, más relajado y en comunidad. Eso me gustó mucho”, señaló Pablo Barquero, encargado de cuido a cargo de este nuevo espacio.

Aunque las viviendas se ubican en el mismo cantón, se encuentran en distintos vecindarios. Lo anterior vino a petición de los mismos participantes, quienes expresaron que no querían simular otra Aldea en esta localidad, donde las casas estuvieran en el mismo sitio y los vecinos los identificaran fácilmente.

Cambio de dinámica y resultados

“Aquí los participantes viven más relajados, este ambiente les permite desarrollarse por sí mismos y uno les puede acompañar de una manera más tranquila. No obstante, a veces puede llegar a ser retador, porque ya no se cuenta con un equipo técnico o personal administrativo cerca, como en la Aldea, entonces muchas situaciones toca abordarlas uno mismo”, añadió Barquero, quien antes dirigía la casa #2 de la Aldea Infantil SOS de Tres Ríos. 

Los niños y adolescentes que residen en este espacio también manifiestan abiertamente que este cambio ha sido de su agrado.

“Aquí tenemos una casa más grande, más bonita y cada uno tiene su espacio”, indicó Juan Carlos, uno de los seis participantes. “El ‘tío’ confía en nosotros, podemos salir, jugar bola y ver a nuestros amigos”, agregó Andrés, quien disfruta de jugar futbol en su tiempo libre. 

Se estima que del 100% de los jóvenes que están en las cinco casas externas, solamente el 2% ha expresado que quiere regresar a la Aldea, por situaciones muy puntuales. La mayoría habla de los beneficios de vivir en comunidad y quiere permanecer en este sistema.

De las cinco viviendas de esta clase en funcionamiento, dos son de hombres y tres de mujeres, con una población promedio de seis participantes en cada una.

Para Aldeas Infantiles SOS las casas externas es la ruta a seguir en el proceso de desinstitucionalización, pues los avances han demostrado que aunque la Aldea tiene una dinámica diferente a otras alternativas de cuido aún implica un grado de institucionalización.

“Al verlos en comunidad, en un ambiente donde deben desarrollar habilidades con los vecinos, con su comunidad, es totalmente diferente. Este es el camino que debemos seguir”, aseguró Magdalena García, directora interina de la Aldea Infantil SOS de tres Ríos.

“Aldeas Infantiles SOS le está presentando un proyecto al PANI para darle más rienda a esta iniciativa. Sería genial que dejen de existir las Aldeas para insertar más casas en la comunidad, pero eso lleva todo un proceso. Creo que siempre habrá niños que necesiten de una Aldea, cierta institucionalización, pero la idea es que permanezcan allí el menor tiempo posible”, adelantó la colaboradora.

Los retos  

Para Carlos Sibaja, director nacional de Aldeas Infantiles SOS, las casas externas son un tema complicado para la organización, pues aunque proyectan colocar a más participantes de las Aldeas en la comunidad, existen limitantes de recursos.

“El vivir en comunidad es mucho más costoso que en una Aldea, porque implica el pago de alquiler de casas, servicios públicos y atención más individualizada; por ejemplo, una casa externa obliga a llevar a los tutores y psicólogos hasta allá, las visitas del equipo técnico también requieren de un traslado, lo que nos hace perder tiempo valioso de atención. Más casas afuera lleva a invertir en más profesionales”, explicó el dirigente.

Las otras dos Aldeas Infantiles SOS, Santa Ana y Limón, no han podido crecer más en este ámbito  porque carecen de recurso humano y económico. En la actualidad cada una tiene tres viviendas externas, con un promedio de cuatro a seis participantes en cada casa.

 “Hemos visto que los niños en comunidad son más seguros de sí mismos en comparación con los de la Aldea, porque los últimos viven en un entorno cerrado y no tienen que pensar que pueden haber peligros afuera; en cambio los de comunidad deben integrarse más a su espacio, por ejemplo, empiezan a conocer más su entorno, por dónde pueden o no transitar, deben programarse para usar el transporte público, etc.”, recalcó Sibaja.

Ante esta situación, el funcionario insta a los costarricenses a convertirse en donantes recurrentes de la organización, para poder expandir los servicios y ofrecer una mejor atención a los niños, niñas y adolescentes que participan en cada uno de los programas.

¡Con una donación mensual, vos podés contribuir para que más jóvenes vivan en un hogar rodeados de amor y cariño!